El camino entra en otra dimension y los paisajes se vuleven bruscos, salvajes,
extensos en una limitacion que solo el horizonte montañoso permite confinar,
la ruta castiga, se retuerze sobre si misma para lograr superar las alturas andinas.
Los nevados gigantescos, roca y hielo penetrando al cielo, anuncian La Paz,
ciudad radicada en un ombligo misterioso del altiplano, precipitada en su agujero
rodeado de peñascos helados, misteriosos, alucinantes, que destellan en un atardecer
que va convirtiendo al limbo celestial en purpura profundo y a las blancas nubes en noche.